Es más fuerte que vos, lo ves y nace un instinto
asesino que te lleva a romperle la cara. Ni siquiera sabés de donde surge ese
deseo inhumano de arrancarle los huesos uno por uno y hacérselos comer. Y es al
pedo que le des vueltas al asunto, porque nos hicieron creer que del odio y el
enojo no podés sacar nada positivo. Es así, estás destinado a ser un viejo ogro
que reprime sus enojos para no tener problemas con la sociedad. Tampoco te
pongas a analizarlo, el hecho es que lo odias y que lo mejor es evitarlo la mayor
cantidad de tiempo posible.
Lo que no nos dijeron es que somos espejos, pedazos de
luz que reflejan en el otro todo lo que no podemos ver en nosotros mismos.
Estamos acostumbrados a marcar la individualidad entre los seres, a plantearnos
en un terreno de separación, donde cada uno tiene su destino, y cada uno su
manera de enfrentarlo; como si no tuviéramos nada que ver el uno con el otro.
Pero en el plano real las cosas no funcionan de esa manera.
A pesar de ese hábito de construir muros, de
convertirnos en Individuos (un ejercito de Egos que cruzan la calle sin mirar a
los costados), el Universo se empeña en sumergirnos en su mar de reflejos. No
es necesario indagar demasiado en el mundo espiritual para darse cuenta de que
todo lo que te molesta de los demás es lo que no supiste reconocer o sanar en tu
propia esencia. Todo odio es consecuencia de una falta personal. Ninguna
energía negativa brota de la nada, no tiene sentido enojarse si no hay un
mensaje por detrás.
Pero nos quisieron hacer creer que la vida era más simple, que hay gente que te cae bien,
con los que debés entablar una provechosa amistad, y otros que te caen mal, a
los que debés eliminar de tu existencia previa guerra de insultos. Nada de
análisis ni de conciencia, que para eso están los libros de autoayuda y los
domingos por la tarde. Si lo mejor es mandarlo a la concha de su hermana y
hacer de cuenta que acá no pasó nada; no vaya a ser cosa de que después tenga
que andar corrigiendo mis errores. Un gasto de tiempo increíble. Porque lo
normal es que la persona que te cae mal no tenga nada para aportar en tu
camino, cuando quizás es la única capacitada para enseñarte todo aquello que te
falta desarrollar.
La enseñanza es aprender a reflejarse en el otro. Lo
que te molesta de él es lo que también te jode de vos mismo. No seas cagón,
mirate al espejo de una vez por todas.
La verdad hay personas muy complejas para lidiar, personas cuyos reflejos son imagenes distorcionadas, para mi aun es arduo saber como responder a ciertas agresiones, y por alguna razon no se si gente que no puede verse reflejarse en otro puede enseñar algo de valor.
ResponderEliminarEn fin, no se nada, pensare, excelente entrada, me quede pensando en ello, ademas cayo en un momento adecuado.
Salut!
Yo no pienso mirarme en el espejo.
ResponderEliminarSiempre que lo hago aparece un impostor y no salgo yo.
El maldito impostor no sé quien es ni quiero saberlo.
¡AMEN!
ResponderEliminarIgual te digo que hay gente que uno tiene que mandar a pasear, a veces. No todo es causa de un error propio.
Pero hay mucho de cierto en que la persona que te cae mal puede aportar mucho conocimiento que uno no tiene.
A la única persona que odio en esta vida es a mí mismo, soy egoísta por no odiar a alguien más, pero ese maldito espejo, es el reflejo de lo que nunca quise ser...esto. Saludos. Un post para pensar y reflxionar de lo que somos y como vemos a los demás. Puertoarial.
ResponderEliminarla simplicidad de la teoría y la terca imposibilidad de la práctica. así somos los humanos, piedras y tropiezos y más piedras y más tropiezos. y por supuesto el miedo de mirarse bien, no fuera caso que descubriesemos algo inesperado.
ResponderEliminar"La enseñanza es aprender a reflejarse en el otro"
ResponderEliminarMuy cierto..
me gustio esta entrada, aunque debo confesarte que lo que me trajo hasta aca fue el nombre de tu blog ♥. te sigo guapo,un beso
ResponderEliminarMe gusta muchísimo tu forma de pensar. Un besote :D
ResponderEliminarlove it! es tan así!
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